viernes, 28 de diciembre de 2012

Vegatales y carne alimentos de igual cantidad

Los vegetales contienen una mayor suma de alimento que una cantidad igual de carne.

Esta afirmación parecerá una cosa sorprendente e increíble a muchas personas, porque se les ha dicho que no pueden vivir a menos que se manchen comiendo carne, y esta falsedad se ha generalizado tanto que es muy difícil desarraigarla de la mente del hombre ordinario. Debe comprenderse claramente que esto no es una cuestión de hábito, de sentimentalismo o de prejuicio, sino que se trata de hechos, y los hechos como tales no dan ni pueden dar lugar a la más ligera disputa.

Existen cuatro elementos necesarios en el alimento, todos ellos esenciales para la reparación y conservación del cuerpo: a) alimentos proteicos o nitrogenados; b) hidrocarburos; c) hidrocarbonos; d) sales. Esta es la clasificación comúnmente aceptada por los fisiólogos, aunque algunas recientes investigaciones tienden a modificada hasta cierto punto. Ahora bien; es un hecho positivo que todos esos elementos existen en mucha mayor abundancia en los vegetales que en la carne. Por ejemplo: la leche, la manteca, el queso, las nueces, los guisantes y las habichuelas, contienen una gran parte de materia proteica o nitrogenada. El trigo, la avena, el arroz y otros granos, las frutas y la mayor parte de los vegetales (exceptuando quizás los guisantes, las habi-chuelas y las lentejas) están formados principalmente de hidrocarburos, esto es, de féculas y azúcar. Los hidrocarbonos o granos se encuentran en casi todos los alimentos proteicos, por cuyo motivo se les puede clasificar como grasas o aceites. Las sales se hallan en mayor o menor abundancia en todos los alimentos, pues son de la mayor importancia para la conservación de los tejidos del cuerpo, y lo que se llama debi¬lidad salina es la causa de muchas enfermedades

Se ha pretendido a veces que la carne contiene alguno de esos elementos en mayor abundancia que los vegetales, y se han presentado varias estadísticas para demostrado; pero de nuevo repito que esto es cuestión de hechos, y a ellos debemos atenemos. Los únicos orígenes de la energía de la carne proceden de la substancia proteica y de la grasa que contiene, y como que esta última no tiene más valor que cualquiera otra, el único punto que debe tomarse en consideración es el de las proteínas. Debe recordarse que las proteínas sólo tienen un origen; están exclusivamente organizados en plantas y no de otra manera. Las nueces, los guisantes, las habichuelas y las lentejas son mucho más ricas en esos elementos que ninguna clase de carne, y tienen la enorme ventaja que sus proteínas son puras y, por lo tanto, contienen toda la energía originalmente almacenada en ellos durante su organización.

En el cuerpo animal esas proteínas que el animal ha absorbido durante su vida del reino vegetal se desorganizan constantemente, y en ese proceso de desorganización la energía originalmente almacenada en ellos se relaja, por cuyo motivo lo que ha sido ya empleado por un animal no puede ser utilizado por otro. Las proteínas son evaluadas en algunas de esas estadísticas según la suma de nitrógeno que contienen, pero en la carne existen muchos productos procedentes del cambio de los tejidos, tales como la urea, el ácido úrico y la creatina, todos los cuales contienen nitrógeno, por lo cual se les considera como proteínas, aunque en realidad no contienen alimento alguno.

Pero no es éste todo el mal, puesto que ese cambio de tejidos va invariablemente acompañado de la formación de diversos venenos, los cuales se hallan siempre presentes en toda clase de carne, y en muchos casos la virulencia de dichos venenos es muy pronunciada. Así, pues, debéis tener en cuenta que si al comer carne obtenéis algún alimento, éste precede del animal sacrificado que durante su vida se nutrió de materias vegetales; pero de este alimento obtenéis una cantidad mucho menor de la que debierais percibir, debido a que el animal ha consumido ya la mitad del mismo, al propio tiempo que absorbéis con él diversas substancias en modo alguno apetecibles, y hasta a veces activos venenos que como es natural son en alto grado deletéreos. No ignore que existen muchos médicos que prescriben a sus enfermos la detestable alimentación carnívora con el objeto de que recobren sus perdidas fuerzas, y que a veces obtienen ciertos resultados, si bien en este punto no están todos ellos siempre de acuerdo, puesto que el Dr. Milner Fothergill escribe: "Todas las víctimas causadas por las guerras son nada comparadas con las miríadas de personas que han bajado a la tumba a causa de su ciega confianza en el supuesto valor alimenticio de la tajada de vaca". Como quiera que sea, esos resultados pueden obtenerse más fácilmente en el reino vegetal cuando el modo de alimentarse es bien comprendido, y pueden ser obtenidos sin ese horrible contagio y sin todas las detestables concomitancias del otro sistema.

(Vegetarianism and Occultism)
TPH, Adyar, 1903
C.W. Leadbeater
Foto: Los vegetales contienen una mayor suma de alimento que una cantidad  igual de carne. Esta afirmación parecerá una cosa sorprendente e increíble a muchas personas, porque se les ha dicho que no pueden vivir a menos que se manchen comiendo carne, y esta falsedad se ha generalizado tanto que es muy difícil desarraigarla de la mente del hombre ordinario. Debe comprenderse claramente que esto no es una cuestión de hábito, de sentimentalismo o de prejuicio, sino que se trata de hechos, y los hechos como tales no dan ni pueden dar lugar a la más ligera disputa. Existen cuatro elementos necesarios en el alimento, todos ellos esenciales para la reparación y conservación del cuerpo: a) alimentos proteicos o nitrogenados; b) hidrocarburos; c) hidrocarbonos; d) sales. Esta es la clasificación comúnmente aceptada por los fisiólogos, aunque algunas recientes investigaciones tienden a modificada hasta cierto punto. Ahora bien; es un hecho positivo que todos esos elementos existen en mucha mayor abundancia en los vegetales que en la carne. Por ejemplo: la leche, la manteca, el queso, las nueces, los guisantes y las habichuelas, contienen una gran parte de materia proteica o nitrogenada. El trigo, la avena, el arroz y otros granos, las frutas y la mayor parte de los vegetales (exceptuando quizás los guisantes, las habi-chuelas y las lentejas) están formados principalmente de hidrocarburos, esto es, de féculas y azúcar. Los hidrocarbonos o granos se encuentran en casi todos los alimentos proteicos, por cuyo motivo se les puede clasificar como grasas o aceites. Las sales se hallan en mayor o menor abundancia en todos los alimentos, pues son de la mayor importancia para la conservación de los tejidos del cuerpo, y lo que se llama debi¬lidad salina es la causa de muchas enfermedades

Se ha pretendido a veces que la carne contiene alguno de esos elementos en mayor abundancia que los vegetales, y se han presentado varias estadísticas para demostrado; pero de nuevo repito que esto es cuestión de hechos, y a ellos debemos atenemos. Los únicos orígenes de la energía de la carne proceden de la substancia proteica y de la grasa que contiene, y como que esta última no tiene más valor que cualquiera otra, el único punto que debe tomarse en consideración es el de las proteínas. Debe recordarse que las proteínas sólo tienen un origen; están exclusivamente organizados en plantas y no de otra manera. Las nueces, los guisantes, las habichuelas y las lentejas son mucho más ricas en esos elementos que ninguna clase de carne, y tienen la enorme ventaja que sus proteínas son puras y, por lo tanto, contienen toda la energía originalmente almacenada en ellos durante su organización.

En el cuerpo animal esas proteínas que el animal ha absorbido durante su vida del reino vegetal se desorganizan constantemente, y en ese proceso de desorganización la energía originalmente almacenada en ellos se relaja, por cuyo motivo lo que ha sido ya empleado por un animal no puede ser utilizado por otro. Las proteínas son evaluadas en algunas de esas estadísticas según la suma de nitrógeno que contienen, pero en la carne existen muchos productos procedentes del cambio de los tejidos, tales como la urea, el ácido úrico y la creatina, todos los cuales contienen nitrógeno, por lo cual se les considera como proteínas, aunque en realidad no contienen alimento alguno.
Pero no es éste todo el mal, puesto que ese cambio de tejidos va invariablemente acompañado de la formación de diversos venenos, los cuales se hallan siempre presentes en toda clase de carne, y en muchos casos la virulencia de dichos venenos es muy pronunciada. Así, pues, debéis tener en cuenta que si al comer carne obtenéis algún alimento, éste precede del animal sacrificado que durante su vida se nutrió de materias vegetales; pero de este alimento obtenéis una cantidad mucho menor de la que debierais percibir, debido a que el animal ha consumido ya la mitad del mismo, al propio tiempo que absorbéis con él diversas substancias en modo alguno apetecibles, y hasta a veces activos venenos que como es natural son en alto grado deletéreos. No ignore que existen muchos médicos que prescriben a sus enfermos la detestable alimentación carnívora con el objeto de que recobren sus perdidas fuerzas, y que a veces obtienen ciertos resultados, si bien en este punto no están todos ellos siempre de acuerdo, puesto que el Dr. Milner Fothergill escribe: "Todas las víctimas causadas por las guerras son nada comparadas con las miríadas de personas que han bajado a la tumba a causa de su ciega confianza en el supuesto valor alimenticio de la tajada de vaca". Como quiera que sea, esos resultados pueden obtenerse más fácilmente en el reino vegetal cuando el modo de alimentarse es bien comprendido, y pueden ser obtenidos sin ese horrible contagio y sin todas las detestables concomitancias del otro sistema. 

(Vegetarianism and Occultism)
TPH, Adyar, 1903
C.W. Leadbeater

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